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La lucha de un padre por sus hijas.

Hoy es uno de esos días en los que el peso de la vida se siente más fuerte. Estoy prácticamente sin trabajo, con problemas económicos serios y con mis hijas lejos de mí. Mi pequeña y mi hija mayor están en distintos lugares, y la distancia duele más de lo que puedo expresar. Me pregunto una y otra vez: Cómo llegué hasta aquí? Cuándo fue que todo cambió tanto? Pero por más difícil que sea este momento, hay algo que tengo claro: no voy a rendirme.

Sé que no soy el único padre en esta situación. Hay muchos como yo, que se despiertan cada día con la incertidumbre de no saber cómo seguir adelante, que tienen que pelear contra un sistema que muchas veces nos deja en desventaja, que luchan por el derecho más básico de todos: ser parte de la vida de nuestros hijos. Y lo peor de todo es que, además de la lucha legal, también cargamos con la angustia emocional, con el miedo de que nuestros hijos crezcan sin nosotros, de que nuestra presencia en sus vidas se vuelva un recuerdo borroso.

Pero hoy quiero decirles algo: no importa cuán oscuro sea el camino, siempre hay una salida.

No caer en la guerra

Es fácil dejarse arrastrar por la rabia, por la impotencia de sentir que se nos arrebata algo tan valioso como la posibilidad de criar a nuestros hijos. Pero no podemos permitir que el dolor nos convierta en personas llenas de odio. No podemos entrar en la guerra que muchas veces se nos plantea, porque nuestros hijos están por encima de todo. Ellos no tienen que sufrir las peleas de los adultos, ni cargar con el rencor, ni crecer en medio de conflictos que no les pertenecen.

Lo más importante es demostrarles que estamos aquí, que nunca dejamos de luchar por ellos. Que aunque hoy no podamos abrazarlos todos los días, nuestro amor sigue intacto. Porque ser padre no es solo estar físicamente presente, sino ser una guía, un apoyo incondicional, una luz en su vida.

Seguir adelante, aunque cueste

Sé que hay días en los que cuesta levantarse de la cama. Días en los que el peso de la ausencia se siente insoportable, en los que todo parece en contra. Yo mismo, mientras escribo esto, me siento así. Pero sé que en unos minutos voy a secarme las lágrimas y voy a seguir adelante.

Por qué? Porque mis hijas me necesitan. Porque la vida sigue y porque cada día es una nueva oportunidad para acercarme a ellas, para seguir construyendo un futuro donde podamos estar juntos de nuevo.

Si tú, que estás leyendo esto, te encuentras en una situación similar, quiero que sepas algo: no estás solo. Hay miles de padres que están pasando por lo mismo. Y aunque el camino sea difícil, aunque sientas que todo se derrumba, no dejes que el dolor te consuma. Levántate, respira profundo y sigue adelante. Porque un día, cuando mires hacia atrás, te darás cuenta de que todo este esfuerzo valió la pena.

Yo sigo aquí, con la esperanza intacta de que un día mis hijas estarán juntas de nuevo. De que podremos recuperar el tiempo perdido y disfrutar de lo que realmente importa: nuestro amor como familia. Mientras tanto, sigo luchando. Porque eso es lo que hace un padre: nunca se rinde.

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