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Reconectando con nuestros hijos en un mundo dominado por el celular.

En los parques, en las playas, en los patios de nuestras casas, hay un fenómeno que se repite una y otra vez: niños jugando, trepando, riendo, buscando con entusiasmo la mirada de un adulto —su mamá, su papá, su abuelo o abuela— para compartir su alegría, su logro, su pequeño momento de gloria. Pero, con demasiada frecuencia, esa mirada que tanto anhelan no llega. En su lugar, encuentran cabezas inclinadas, ojos fijos en una pantalla, dedos deslizándose por Instagram, YouTube o cualquier otra distracción digital. Este escenario, que se ha vuelto casi cotidiano, plantea una pregunta urgente: hasta dónde queremos llegar con esta desconexión?

En un mundo donde la tecnología nos ha dado herramientas increíbles para estar conectados, paradójicamente nos está alejando de lo que más importa: nuestros hijos, nuestros nietos, nuestras familias. Como padres, madres, abuelos o abuelas, tenemos el privilegio y la responsabilidad de ser testigos de los momentos únicos que nuestros pequeños nos regalan. Sin embargo, el celular, ese dispositivo que promete acercarnos al mundo, a menudo nos roba la oportunidad de estar presentes en el aquí y el ahora.

La mirada que los niños buscan

Los niños, por naturaleza, buscan la validación y el amor de los adultos que los rodean. Cada vez que suben a un tobogán, dan un salto o construyen un castillo de arena, sus ojos se giran instintivamente hacia nosotros, esperando una sonrisa, un “¡qué bien, pequeño!” o un simple gesto de orgullo. Esa mirada no es solo un momento de conexión; es un pilar fundamental en su desarrollo emocional. Les dice que son vistos, que son valorados, que lo que hacen importa. Pero cuando esa mirada se pierde en la pantalla de un celular, el mensaje que reciben es otro: “No eres mi prioridad en este momento”.

Estudios recientes, como los realizados por el Journal of Child Development, han demostrado que la interacción cara a cara entre padres e hijos fortalece la autoestima, fomenta la seguridad emocional y mejora las habilidades sociales de los niños. Por el contrario, la falta de atención debido al uso excesivo de dispositivos móviles puede generar sentimientos de abandono o inseguridad en los más pequeños. No se trata de culpar a los padres o abuelos, sino de tomar conciencia de cómo nuestras elecciones diarias afectan a quienes más queremos.

El celular: herramienta o ladrón de momentos?

No se puede negar que los celulares son herramientas poderosas. Nos mantienen informados, nos permiten trabajar, comunicarnos y, en muchos casos, resolver emergencias. Pero también tienen un lado oscuro: nos absorben. Las redes sociales, con sus videos virales, notificaciones constantes y contenidos infinitos, están diseñadas para captar nuestra atención y mantenernos enganchados. Según un informe de Common Sense Media (2023), los adultos pasan en promedio más de 4 horas al día en sus dispositivos móviles, y gran parte de ese tiempo se dedica a redes sociales o entretenimiento.

En el contexto de un parque o una salida familiar, esas 4 horas pueden traducirse en momentos perdidos. Momentos en los que un niño grita “Mamá, Papá, mirá!” y recibe como respuesta un murmullo distraído o un “sí, qué lindo” sin siquiera levantar la vista. Estas interacciones, aunque pequeñas, se acumulan y moldean la relación que construimos con nuestros hijos o nietos.

Rompiendo el ciclo: Consejos para reconectar

La buena noticia es que podemos cambiar esta dinámica. No se trata de demonizar la tecnología, sino de usarla con intención y establecer límites que nos permitan priorizar lo que realmente importa. Aquí van algunas estrategias prácticas para padres, madres, abuelos y abuelas que quieren reconectar con sus pequeños:

1- Dejar el celular en casa (o en el bolsillo): Cuando salgas al parque o a cualquier actividad con tus hijos o nietos, considera dejar el celular en casa o, al menos, mantenerlo guardado. Si lo llevas por seguridad, configura un modo que solo permita recibir llamadas de emergencia.

2- Establecer “zonas sin pantalla”: Haz del parque, la playa o el tiempo de juego, un espacio sagrado sin celulares. Comprométete a estar presente al 100%. Verás cómo tus hijos responden a esa atención plena con más entusiasmo y conexión.

3- Practicar la mirada activa: Cuando tu hijo o nieto te llame, míralo a los ojos. Celebra sus logros, por pequeños que sean, con entusiasmo genuino. Un simple “¡Qué increíble, pequeño!” puede marcar una gran diferencia.

4- Crear rituales de conexión: Dedica momentos específicos del día para estar con tus hijos sin distracciones. Puede ser una caminata, un juego en el parque o simplemente sentarte a escuchar sus historias. Estos rituales fortalecen el vínculo y les enseñan que son una prioridad.

5- Modelar el comportamiento que quieres ver: Los niños aprenden imitando. Si te ven constantemente en el celular, entenderán que ese es el comportamiento normal. En cambio, si te ven disfrutando del momento, aprenderán a valorar la presencia y la conexión humana.

6- Hablar en familia sobre el uso del celular: Involucra a tus hijos en la conversación. Explícales por qué quieres reducir el tiempo en pantallas y cómo eso les beneficia. Incluso los más pequeños pueden entender la importancia de estar juntos.

El futuro de nuestros niños

La pregunta que planteas es poderosa: qué futuro queremos para los niños que hoy no encuentran la mirada de sus adultos? La respuesta está en nuestras manos. Los momentos que compartimos con nuestros hijos y nietos no solo moldean su infancia, sino también su confianza, su autoestima y su capacidad para construir relaciones saludables en el futuro. Cada vez que levantamos la vista del celular y les regalamos una sonrisa, un aplauso o una palabra de aliento, estamos invirtiendo en su felicidad y en la nuestra.

No se trata de eliminar la tecnología de nuestras vidas, sino de usarla con propósito. Las redes sociales pueden esperar; ese video gracioso seguirá estando ahí mañana. Pero el brillo en los ojos de un niño que siente que sus logros son celebrados, ese momento no se repite. Es único, fugaz y profundamente valioso.

Un llamado a los padres y abuelos

Padres, madres, abuelos, abuelas: levantemos la cabeza. Dejemos de lado el celular, aunque sea por un rato, y volvamos a mirar a nuestros niños. Que sientan que son el centro de nuestro mundo, que sus pequeñas hazañas nos llenan de orgullo, que su risa es el mejor contenido que podemos consumir. Porque, al final, lo que recordaremos no serán los likes en Instagram ni los videos de YouTube, sino las risas compartidas, las miradas cruzadas y el amor que construimos en esos instantes.

Hagamos de cada salida al parque, cada tarde de juegos, cada momento juntos, una oportunidad para reconectar. Porque cuando un niño encuentra la mirada de su adulto, encuentra también la certeza de que es amado, visto y valorado. Y ese, sin duda, es el mejor regalo que podemos darles.

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